
Para esta nueva fase en la que empieza a ser más fácil disfrutar de nuestra biodiversidad, os dejamos una nueva entrega de SCHN_Divulga. En esta ocasión, un interesante artículo de Miguel Carrasco sobre el plumaje en los carboneros comunes.
EL PLUMAJE COMO INDICADOR DE ESTATUS EN EL CARBONERO COMÚN (Parus major)
Los ejemplares dominantes exhiben un plumaje con tonalidades más intensas y manchas oscuras y negras. La edad y el sexo están asociados a esta característica, de modo que las aves aprenden a relacionar la tonalidad con el grado de dominancia.
Sin embargo, en un mismo animal, colores diferentes pueden indicar cualidades distintas. En carboneros, por ejemplo, el amarillo indica destreza para encontrar alimento y el negro indica mayor dominancia. Las hembras, sin embargo, seleccionan a los más amarillos frente a los que muestran más cantidad de negro para asegurar la supervivencia de la prole.
Los dominantes tienen preferencia en la explotación de los recursos y elección del territorio, por lo que sus reservas de grasa y tasa de supervivencia son mayores, en cambio, los subordinados ocupan los peores microhábitats, tienen menor reserva de grasa y mayor riesgo de depredación.
Entonces, ¿por qué los subordinados, ante tanta adversidad, no se separan de los dominantes y ocupan sus propios territorios sin tener que estar sometidos a una jerarquía? La mayoría de los subordinados son jóvenes e inexpertos y, la experiencia de los dominantes, en cuanto a búsqueda de alimento, hace que los subordinados puedan acceder a parte de éste cuando los dominantes se han saciado.
Los dominantes son los que defienden el territorio ante la presencia de otros grupos y avisan de posibles amenazas, por lo que contribuyen a la protección del grupo. Esto hace que ser subordinado, dentro de lo malo, no sea lo peor.
La jerarquía se produce de forma lineal, de modo que tras la pareja dominante existen sucesivos rangos de subordinación, de modo que, si algún miembro dominante muere, es sustituido por su inmediato en el grupo jerárquico y así, sucesivamente, se aumentan las posibilidades de, algún día, gozar de las ventajas de ser dominante.