Llegan por fin las primeras lluvias y con ellas los incipientes conatos de rasca. Ya era hora. Agua que cambia el paisaje, lo embellece y le imprime, si cabe, más vida. Sonido, color y olor en montes y campiñas. La lluvia y el frío marcan su territorio en el almanaque. Los campos se mueren de ganas por verdear, esperando ansiosos las primeras gotas. Pero al final aparecen, siempre lo hacen.
Es el momento en el que toda una cohorte de visitantes alados abandonan sus lugares de cría para pasar la estación fría con nosotros. Miles de kilómetros atravesando países, sorteando toda suerte de fatigas. La avefría es uno de ellos; sin duda uno de mis pájaros favoritos. Me fascina observarla en tierras del Guadiato: su llamativo contraste blanco y negro, vuelo elegante y un finísimo sonido, audible incluso para mi.
Nunca antes la cultura popular ha tenido tanto acierto en darle un nombre a un animal.